9 Vicios y Virtudes
al emprender con impacto
Al provocar cambios positivos a través de nuestro negocio, demostramos que es posible generar impacto para construir un mundo más sostenible, inclusivo y conectado.
Claro, estamos conscientes de lo fácil que es tropezar en la ruta. En esta serie, te compartimos 9 vicios y virtudes que en Alterna hemos identificado junto a más de 2000 emprendedores de la región, ilustrados por el talentoso @LuisPinto.
¿Te identificas con algún vicio o virtud? En cada segmento hemos colocado algunas preguntas para que reflexiones. ¿Identificas otros vicios y virtudes? ¡Déjanos tus comentarios!
Soberbia vs confianza
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Soberbia
A veces pensamos que nuestro negocio es infalible de tan único, lo que nos hace inmunes a los consejos u opiniones de los demás.
Refugiados en el callejón del orgullo, nos defendemos contra el plagio, desdeñamos a otros emprendedores e incluso nos atrevemos a asegurar que tal derroche de originalidad no tiene competencia. Con la armadura puesta somos invencibles.
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Confianza
Es verdad que no debemos dejar de creer en el potencial de nuestras habilidades o ideas, pero sin olvidar que hay mucho por aprender y que, al tener apertura hacia otros, expandimos nuestras posibilidades.
Sin confianza en nuestro negocio no tendríamos impulso. Pero confiar no solo es creer en lo que estamos haciendo, es saber escuchar a nuestros colegas, establecer conexiones y extraer de ellas feedback para crecer.
No hay duda: una sólida confianza nos ahorra muchas frustraciones. Empieza con reconocernos en la experiencia de otros y dejar que otros se conecten con la nuestra.
Tres preguntas para saber si te dejas llevar por la soberbia o la confianza al emprender:
  • ¿Has buscado alguna vez el apoyo de mentores o colegas para que te guíen en tu emprendimiento?
  • ¿Desarrollas constantemente tus habilidades de hacer conexiones?
  • ¿Te es fácil escuchar consejos y considerarlos para mejorar en tu emprendimiento?
  • Dispersión vs enfoque
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    Dispersión
    Es común que al emprender apuntemos en todas direcciones, con la esperanza de que alguna flecha dé en el blanco.
    Apostamos “a mucho” con la esperanza de atinarle a “algo”, suponiendo que en algún momento el azar estará a nuestro favor.
    De esta manera se nos escapa la energía o los recursos. Nos acostumbramos a lidiar con muchas ideas, mercados, productos o negocios enteros al mismo tiempo.
    El problema con esto es que vamos dejando tantas cosas a medias con la excusa de que hay otras prioridades que necesitan igual o más atención.
    A la larga, la imposibilidad de cumplir con todo el potencial de nuestros proyectos le da la bienvenida a la frustración.
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    Enfoque
    Para emprender necesitamos enfoque. Es decir, saber concentrar la energía astutamente. Por un lado, encauzar nuestra atención en rutas que podemos recorrer con nuestras capacidades actuales nos permite avanzar con más seguridad. En el camino vamos descubriendo qué cambios implementar.
    Por otra parte, es más probable que cumplamos objetivos canalizando esfuerzos en una trayectoria concreta, que derrochándolos sin rumbo.
    No se trata de tener buena suerte, sino de tomar decisiones informadas.
    Cada logro es una fuente de energía poderosa. Completar metas, poco a poco, pero seguro, mantiene lleno el tanque de la ilusión.
    Tres preguntas para saber si te dispersas o concentras al emprender:
  • ¿Te enfocas en vender tu producto o servicio estrella?
  • ¿Tienes un plan claro de tus acciones para los próximos 6 meses?
  • ¿Tienes metas de ventas y ganancias mes a mes?
  • Discordancia vs sincronía
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    Discordancia
    Muchos emprendedores nos exponemos a peligros innecesarios incluso antes de emprender.
    “Estar en las nubes” puede poner en riesgo una idea estupenda.
    Debido a que ignoramos el sistema completo en el cual operamos, tirar la toalla al toparnos con la realidad es bastante común. ¡Plum!
    Estar desincronizados con la realidad es un tropiezo que lamentablemente se paga caro.
    Las pérdidas por emprender sin conciencia clara no solo son económicas; también puede vulnerar nuestra autoestima, afectar a nuestras familias e incluso, comprometer nuestra estabilidad emocional.
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    Sincronía
    Jamás debemos dejar de soñar en grande, pero es más conveniente hacerlo teniendo claridad de nuestras necesidades personales, familiares y económicas.
    La máxima “Conócete a ti mismo/a” aplica a la hora de emprender. Al asegurarnos de conocer el sistema completo en el cual despega nuestro negocio, nos armamos con un radar para identificar posibles riesgos y peligros.
    Nuestros sueños no tienen por qué afectar nuestra vida. Al contrario, su papel es potenciar lo mejor en ella.
    No dudamos que un emprendimiento puede surgir desde cualquier contexto.
    Lo esencial es conocernos a fondo, desde los matices y complejidades de la propia realidad. Sincronizar tiempo, recursos y necesidades hace que nuestra nave no se quede a medio camino y vaya en la coordenada correcta.
    Tres preguntas para saber si tienes sincronía o discordancia en tu nave:
  • ¿Tienes claro la cantidad de horas a dedicarle a tu emprendimiento y cuanto te cuestan?
  • ¿Conoces el costo de cada unidad de venta y sabes cuánto obtienes de ganancia?
  • ¿Conoces el costo de cada unidad de venta y sabes cuánto obtienes de ganancia?
  • Vanidad vs compromiso
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    Vanidad
    Ciertas personas piensan que emprender se reduce a un estilo de vida y solo se necesita motivación e ideas extravagantes para iniciar una empresa.
    En los últimos años, emprender parece estar de moda y como tal, muchas mentes inquietas no quieren quedarse fuera de la corriente.
    Sin embargo, crear un negocio es una acción que se ha realizado desde siempre, en todas las geografías y en la mayoría de casos, con un objetivo puntual: la estabilidad financiera.
    Para lograrlo, necesitamos algo más que la motivación de colocar entrepeneur, fundador o CEO en el perfil de Linkedin.
    Lo cierto es que lanzar un negocio sin un grado serio de organización suele ser fatal.
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    Compromiso
    Nuestro camino como emprendedores está lleno de retos, desafíos y tropiezos; pero también de ventanas para, en ocasiones, brillar.
    Emprender, efectivamente, es un estilo de vida, pues es una profesión que exige tiempo, conocimiento y destreza.
    Cuando hemos tomado la decisión de recorrerlo, hacerlo con compromiso y planes de acción claros es solo el inicio de un oficio que exige capacidad de organizarse a toda regla.
    Al crear una empresa experimentamos un proceso creativo muy emocionante, pero también se multiplican las responsabilidades personales, legales, fiscales y socioambientales.
    Quizá después de elevar un negocio que escala y genera impacto positivo a su alrededor tengamos algo que presumir; pero para entonces hay recompensas más significativas.
    Tres preguntas para saber si te dejas llevar por la vanidad o te conduces con compromiso en tu emprendimiento:
  • ¿Sabes cuántos meses tendrás que trabajar previo a llegar a punto de equilibrio?
  • ¿Tienes autodisciplina para organizarte, gestionar tu tiempo y ejecutar planes de acción?
  • ¿Has definido tus valores y visión como emprendimiento?
  • Pereza vs diligencia
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    Pereza
    Un comienzo desfavorable a la hora de emprender es asumir que será la opción más fácil.
    Iniciar un negocio no es la ruta light. Los altibajos y momentos de frustración son, de hecho, comunes y nada cómodos.
    Circula una idea errónea de que emprender es un camino laboral sin el rigor del empleado, los horarios y los jefes.
    Así, la falta de dedicación suele maquillarse de autonomía y la pereza, de libertad de acción.
    Muchas personas se frustran sobre el terreno cuando descubren que emprender es algo muy diferente a sus expectativas de “liberación”.
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    Diligencia
    Emprender es una ruta laboral mucho más amigable cuando somos conscientes de que la autonomía conlleva trabajo arduo, disciplina y profesionalidad. El trayecto tiene riesgos y algunas veces puede tornarse huracanado, pero al superar los obstáculos, una persona emprendedora demuestra de qué está hecha. Si bien uno es su propio jefe, existen clientes, socios, inversionistas y un ecosistema que quiere de nuestro negocio calidad y compromiso. Cuánto tiempo dedicamos a una empresa es nuestra decisión, pero debemos saber que en realidad se necesita más del que estimamos.
    Cultivar nuestro negocio activamente, con esmero y dedicación, es parte del trabajo.
    Tres preguntas para saber si en tu emprendimiento te gana la pereza o la diligencia:
  • ¿Sabes cómo enfrentar la frustración cuando las cosas no suceden como esperabas?
  • ¿Puedes garantizar que tu producto/servicio tiene la calidad que tu segmento de clientes está dispuesto a comprar?
  • ¿Tienes proactividad para proteger e impulsar relaciones positivas con los actores de tu cadena de valor (proveedores, colaboradores, socios, clientes, etc.)?
  • Inseguridad vs agilidad
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    Inseguridad
    En ocasiones, no nos atrevemos a poner a prueba nuestro producto o servicio.
    Tenemos una idea de negocio e imaginamos el amor a primera vista entre nuestra propuesta y los clientes. Pero no lo hemos comprobado. Que el tío o la abuelita hayan dicho que les gustó nuestro producto no valida la demanda.
    Temerosos del fracaso, el tiempo se nos pasa sin avances concretos. Nos quedamos en el limbo.
    En la calle los emprendimientos pasan un examen crucial, evadirla es resistirse a saber si el negocio funciona o no.
    En ocasiones, damos el paso después de haber invertido muchos recursos. Para entonces puede ser demasiado tarde.
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    Agilidad
    Antes de agotarnos, tenemos que validar nuestros segmentos, prototipar y obtener perspectivas de clientes reales para que nuestra propuesta de valor sea exitosa.
    Quizá las cosas no funcionen como esperábamos. Pero fracasar a tiempo es un avance, ya que nos permite cambiar la ruta o la estrategia.
    Lo importante es ser ágiles y flexibles, buscar reacciones en el mercado y obtener evidencia constante del funcionamiento de nuestra oferta.
    Las mejores decisiones se toman con base en datos e indicadores concretos. Salir a la calle nos permite contar con una radiografía de nuestras debilidades y fortalezas.
    La calle es honesta. Si nuestro negocio no pasa el examen, siempre hay chance de volver a intentar una nueva táctica.
    Tres preguntas para saber si tu negocio avanza con agilidad o lo frena la inseguridad:
  • ¿Has validado tu producto/servicio con tus clientes potenciales a través de investigación de mercado?
  • ¿O tiendes a invertir mucho dinero y lanzar al mercado un producto o servicio antes de validar, para ver “cómo te va”?
  • ¿Has establecido canales para recibir constantemente retroalimentación de tus clientes?
  • Perfeccionismo vs excelencia
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    Perfeccionismo
    Algunos emprendedores se atascan aspirando a la perfección. La obsesión por el modelo de negocio perfecto ahoga su potencial.
    Sin duda, una empresa debe ser impecable, pero la búsqueda de la perfección suele ser uno de los mayores desperfectos a la hora de emprender.
    Cuando la severidad se impone, la creatividad se obstruye y la fibra de los negocios se atrofia por falta de flexibilidad.
    Es fácil olvidar que nuestro emprendimiento es humano. Infectados por falsos e irreales modelos de perfección, emprender, más que un proyecto de vida, resulta un agobio o una aflicción.
    El cansancio es normal, la fatiga extrema no.
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    Excelencia
    La excelencia no debe tomarse a la ligera. Es una de las principales características de los negocios que salen adelante. Eso no significa que no haya cabida para la flexibilidad y la espontaneidad a la hora de formar una empresa.
    No confundamos rigor con rigidez.
    Ser inclemente con nuestro negocio inhabilita uno de los circuitos más importantes: la capacidad de encontrar soluciones, adecuarnos a condiciones diversas y conectar con nuevas oportunidades.
    La elasticidad determina a un negocio resistente. En lugar de cristalizarnos en un ideal de perfección, una empresa que evoluciona tiene la capacidad de alterar su realidad desde el impacto que genera, hacia adentro y hacia afuera.
    Tres preguntas para saber si tu negocio aspira a la perfección o a la excelencia:
  • ¿Qué negocios son tus principales referencias o ejemplos de inspiración?
  • ¿Cómo contagias con tu equipo de trabajo o colaboradores la motivación para trabajar cada día?
  • ¿Cómo te tratas a ti mismo/a cuando el camino del emprendimiento se torna huracanado?
  • Obsesión vs amplitud
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    Obsesión
    Cuando nos centramos tanto en nuestra solución, puede que perdamos de foco las oportunidades.
    Al aferrarnos a una idea en un estado o detalle particular, corremos el riesgo de pasar por alto otras vías y trayectos que vale la pena explorar.
    La obsesión por la pureza de nuestra iniciativa limita la creatividad a la hora de implementar un plan de negocios efectivo, sobre todo cuando las condiciones empujan al cambio.
    La originalidad de una empresa no radica en particularidades fijas de su propuesta de valor, sino en cómo ese valor establece conexiones relevantes con un mercado que siempre está transformándose.
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    Amplitud
    El equilibrio está tener amplitud de enfoque, tanto en la solución como en la oportunidad que proviene de una necesidad o problema identificado. Nuestro emprendimiento tiene más potencial del que salta a primera vista.
    Enamorarnos de nuestro negocio para echarlo a andar es primordial, pero no es conveniente perder de vista el panorama completo.
    Alrededor hay oportunidades disponibles cuando hacemos los ajustes necesarios.
    Es como mantener el zoom en modo expandido.
    No se trata de sacrificar la esencia de nuestro negocio, sino de saber catalizar su potencial en el ecosistema de las oportunidades.
    Tres preguntas para saber si te guías con una visión amplia en tu negocio:
  • ¿Cómo ha accionado tu negocio en contextos de cambio como la pandemia?
  • ¿Tienes una estrategia de negocios a corto, mediano y largo plazo tomando en cuenta distintos escenarios?
  • ¿Has implementado herramientas tecnológicas en tu negocio?
  • Avaricia vs propósito
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    Avaricia
    La ambición es un combustible para mover nuestro negocio, pero mal enfocada puede causar deterioros en su estructura, en las personas a lo largo de la cadena de valor o en el ecosistema.
    Reflexionar sobre la visión genuina y los valores que son el motor de nuestra empresa es un ejercicio de honestidad.
    Muchos emprendedores olvidan o no toman en cuenta que son agentes de cambio. Esa agencia conlleva responsabilidades, pues toda acción tiene una reacción.
    La ambición mal enfocada tiene efectos negativos más allá de la codicia: directa o indirectamente, un negocio impacta a niveles personales, sociales, económicos y ambientales que muchas veces no vemos.
    9_proposito

    Propósito
    Las empresas con impacto positivo son más relevantes porque generan bienestar genuino a través de sus operaciones.
    Tener una trayectoria de impacto significa alterar la realidad de forma positiva a través de nuestro negocio, en beneficio de la sociedad o el medio ambiente.
    A medida que implementamos indicadores de impacto, descubrimos de qué manera nuestra sostenibilidad y crecimiento está estrechamente relacionada a la prosperidad que producimos.
    Ante un mercado cada vez más consciente, ser emprendedores de impacto contribuye con los esfuerzos globales por un mundo más inclusivo y conectado. Es un círculo virtuoso. Y es un buen negocio.
    Tres preguntas para saber si te mueve un propósito de impacto en tu emprendimiento:
  • ¿Has establecido indicadores eficientes para medir y demostrar el impacto positivo que tu empresa genera?
  • Si estuvieras ante un grupo de inversionistas de impacto, ¿Puedes decir con claridad cuál es la problemática o necesidad concreta que tu solución de negocio aborda y cómo?
  • • ¿Te motiva aportar desde lo que haces a construir un mundo sostenible, equitativo y feliz?